Somos lo que come, lo que comemos

En la actualidad, la relación entre lo que comemos y cómo esto impacta en nuestra salud nunca ha sido más evidente. Y cuando hablamos de productos del mar, esta conexión es aún más significativa. No se trata solo de "somos lo que comemos", sino más bien de "somos lo que comemos, come". La dieta de los peces y mariscos de cultivo influye directamente en su valor nutricional, haciendo que la calidad del alimento acuícola sea un factor clave para asegurar que los productos del mar que consumimos sean nutritivos, saludables y producidos de forma responsable. 

Los peces y mariscos son ricos en nutrientes esenciales que contribuyen a una dieta equilibrada. Con altos niveles de proteínas, aminoácidos, ácidos grasos omega-3 marinos (EPA y DHA), además de importantes minerales y vitaminas, los productos del mar ofrecen múltiples beneficios para la salud. El omega-3, por ejemplo, es fundamental para la salud del corazón, el funcionamiento del cerebro y el desarrollo cognitivo. Además, vitaminas y minerales claves como la vitamina D, el yodo y el selenio apoyan el bienestar general, lo que convierte al pescado en una excelente opción para un estilo de vida saludable. 

Sin embargo, el valor nutricional que obtenemos de los productos del mar está directamente relacionado con lo que estos animales consumen. Al igual que los seres humanos necesitan una dieta equilibrada para mantenerse sanos, los peces y mariscos también requieren una nutrición adecuada. En la acuicultura, el tipo de alimento utilizado es determinante para la calidad del pescado que llega a nuestra mesa. Garantizar que el alimento contenga el equilibrio adecuado de nutrientes para satisfacer las necesidades específicas de cada especie acuática es crucial para que puedan ofrecer los nutrientes esenciales que hacen que el pescado y el marisco sean alimentos tan valiosos en nuestra dieta. Al igual que los humanos, los peces y mariscos no tienen requisitos específicos de ingredientes, sino de nutrientes como proteínas, vitaminas y minerales. 

Hoy en día, el reto es mantener un alto valor nutricional mientras se produce el alimento de forma responsable. Históricamente, los alimentos acuícolas dependían en gran medida de ingredientes marinos provenientes de peces salvajes, lo que generaba preocupación por la sobrepesca y su impacto en los ecosistemas marinos. Sin embargo, la industria está adoptando fuentes alternativas de ingredientes, como proteínas animales y opciones innovadoras como harinas de insectos, cultivos enriquecidos con omega y aceites de algas. Estas alternativas contribuyen a reducir la huella ambiental de la acuicultura, a la vez que garantizan que los peces y mariscos mantengan su alto valor nutricional. 

La calidad del alimento no solo afecta al bienestar de los peces, sino también a la calidad de la comida que consumimos. Un alimento de baja calidad puede llevar a la desnutrición de los peces y mariscos, lo que afecta su salud, su crecimiento y, en última instancia, el valor nutricional que aportan. Además, si no reciben una nutrición adecuada, su sabor, textura y apariencia pueden verse comprometidos, afectando la calidad del producto final que llega a nuestras mesas. 

Mirando hacia el futuro, la innovación será clave en la alimentación acuícola. La industria está explorando nuevas formas de reemplazar los ingredientes tradicionales por alternativas responsables y seguras que mantengan el valor nutricional con el menor impacto ambiental posible. Ya sea mediante microalgas, harinas de insectos, proteínas unicelulares o ingredientes de origen vegetal y animal, el objetivo sigue siendo el mismo: proporcionar a los peces y mariscos una dieta equilibrada y nutritiva que, en última instancia, beneficie nuestra salud. 

En resumen, un mejor alimento para ellos significa una mejor comida para nosotros.