A finales de la década de 1950, los primeros acuicultores europeos experimentaron las ventajas de cambiar los alimentos húmedos caseros por otros secos manufacturados importados de Estados Unidos. Estos acuicultores comprobaron que sus peces prosperaban y crecían mejor que con los alimentos húmedos, que provocaban un alto grado de contaminación del agua de los estanques y perjudicaban el bienestar de los peces.